Hernán Casciari

Las hormigas carbonizadas no pueden gritar
7m

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Los consejos de mi abuelo facho

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Ocho treinta de la mañana. Es un plácido día de sol en Mercedes y todos los niños del jardín de infantes revolotean alrededor de las hamacas y los subibajas. Lucas y Alex, dos amigos de cinco años, conversan durante el recreo.

 

Primer acto

 

ALEX.- Mañana hace un año que no me cago encima. A veces me dan ganas, ojo, pero me aguanto… Es mejor para mí, para mi vieja, para mi pantaloncito. ¿Vos pensás que podré mantenerme así toda la vida?

LUCAS.- (Ausente.) No sé.

ALEX.- Debe ser como los ex alcohólicos. En cualquier momento puedo tener una recaída. Qué se yo, una ciruela pasada, un perro que te ladra fuerte… Yo agradezco cada noche no haberme cagado, porque nunca estás curado del todo. Es un trabajo de todos los días.

LUCAS.- (Ausente.) Puede ser…

ALEX.-¿Qué te pasa, Lucas? No me estás prestando atención…

LUCAS.- Shh, no levantés la voz… (Señala hacia un grupito.) ¿Ves a esos chicos de sala rosa?

ALEX.- Sí.

LUCAS.-¿No notás nada raro?

ALEX.- No.

LUCAS.- Qué pocos reflejos tenés para la xenofobia, Alex… ¡Hay un nenito nuevo, gilún! Aquel de ahí, el que llora.

ALEX.- Todos están llorando. Los de sala rosa tienen la lágrima fácil.

LUCAS.- Error. Todos hacen que lloran para que las madres se vayan con sentimiento de culpa. Pero hay uno que está llorando en serio. Fijate bien.

ALEX.-¿El pelirrojo?

LUCAS.- Frío, frío… Más para el lado del tobogán.

ALEX.-¿Cómo te das cuenta que hay uno que llora en serio?

LUCAS.- Miráles los pulmones. La mayoría hacen espamento con la boca, pero los pulmones se quedan piolas. Cuando lloramos en serio el pecho histeriquea, no se queda quieto.

ALEX.- (Señalando a uno.) ¡Lo descubrí! ¡Es el gordito!

LUCAS.- Exacto, Alex… El gordito aquel es el único que está llorando en serio.

ALEX.- Qué cara más rara que tiene, nunca lo había visto antes por el jardín.

LUCAS.- (Relamiéndose.) Claro que no, porque es un gordito flamante… Y tiene todo lo que hay que tener: es esponjoso, usa anteojos feos, llora fácil, tiene los cachetes colorados y te juego lo que quieras a que se hace pis cuando lo mirás fijo.

ALEX.-¿Qué te pasa, Lucas? Se te está cayendo la baba.

LUCAS.- Amigo mío, me parece que tenemos juguete nuevo.

ALEX.-¿Juguete nuevo?

LUCAS.- Sí, se llama bullying, y es mucho más divertido que matar pajaritos a piedrazos. Vení conmigo, en el camino te cuento.

(LUCAS y ALEX se levantan y hacen mutis para el lado del gordito. Las luces se apagan despacio, hasta que todo queda a oscuras.)

 

Segundo acto

 

(Cuando vuelve la luz vemos en el centro de la escena a ALFONSO, un niño gordo de cuatro años, maniatado a una silla. Está llorando sin ruido. ALEX le golpea las rodillas con una rama. LUCAS mira encantado.)

ALEX.- Lo lindo de pegarle a un nenito es ver cómo llora, pero si ya viene llorando de antes no le veo la gracia.

LUCAS.- Vos seguí dándole masita, Alex, que esto recién empieza. Lo tenemos que quebrar.

ALEX.- Entonces busquemos una rama más grandota, porque con ésta como mucho le hacemos un esguince.

LUCAS.- En el sentido figurado, boludón. Quebrarlo emocionalmente. Vos seguí pegando que yo lo interrogo.

ALEX.- No me gusta mucho ser tu brazo armado, que conste.

LUCAS.- (Mirando el nombre en la etiqueta del delantal.) Vamos a ver, “Alfonso”… ¿Qué hacés en este jardín de infantes?

ALFONSO.- Me trajo mi madre esta mañana.

LUCAS.- Pero estamos en octubre… Las clases empiezan en marzo, y es la primera vez que veo tu carita de maricón. No me cierra.

ALFONSO.- Antes iba a otro jardín, pero mis padres me cambiaron a éste, después de ciertos acontecimientos.

LUCAS.-¿Qué acontecimientos?

ALFONSO.- Algunos chicos me pegaban.

LUCAS.- (Mirando a Alex con una sonrisa.) ¿Así que algunos chicos te pegaban, eh?

ALFONSO.- Repetidamente.

LUCAS.- Mirá qué casualidad, ¿no?

ALEX.- ¿Y por qué te pegan los chicos? ¿Te hacés una idea?

LUCAS.- Vos pegále con la rama, Alex, no te desconcentres. Las preguntas dejámelas a mí.

ALFONSO.- No, está bien. Le contesto… Me pegan porque es un proceso natural de victimización. Yo represento para tu amigo el vértice de un triángulo: él es el líder, yo soy la excusa y vos sos la víctima.

LUCAS.- Gordito, cerrá el orto.

ALEX.- No Lucas, dejálo, dejálo que hable. (Al gordito.) Yo no soy la víctima Alfonso, yo te estoy pegando. (Le pega.) ¿No ves? Yo soy el malo. (Le pega otra vez, un poco más fuerte.)

ALFONSO.- (Aguanta los golpes con estoicismo.) Eso no es del todo correcto. ¿Sabés por qué no estás atado en esta silla, Alex? Porque le tenés miedo a tu amigo y hacés todo lo que te dice. Si un día te rebelás, él te ata y te pega. Yo estoy acá porque no le tengo miedo. Yo me rebelo… ¿Quién es la víctima?

LUCAS.- Alex, tapále la boca con este pañuelo. El gordito ya me está empezando a romper los quinotos.

ALEX.- (Mira a Lucas asustado.) ¿Y si no quiero?

LUCAS.- No seás pelotudo, Alex. Te está comiendo la cabeza. Seguro que antes iba a un jardín de infantes privado y le enseñaban sicología o cosas de ésas. No seas nabo, no entrés en ese juego.

ALEX.- (Lloroso.) ¿Yo soy tu víctima, Lucas?

LUCAS.- ¡No! ¡Somos amigos, boludo! Nos conocemos desde los tres años, me extraña, compañero. Me extraña…

ALEX.- Entonces soltá al gordito y volvamos al patio a jugar a otra cosa. Podemos quemar hormigas con el encendedor. Eso también está bueno.

LUCAS.- Las hormigas carbonizadas no pueden gritar, pero los gorditos sí. Me gusta la idea, Alex… Le tapamos la boca y lo quemamos vivo. ¿Te cabe?

(LUCAS saca un Zippo del bolsillo y acerca la llama a ALFONSO).

ALFONSO.- ¡Por dios, Alex! ¡Rebeláte! ¡Este descerebrado me va a quemar vivo!

ALEX.- Lucas, bajá un cambio, en serio.

LUCAS.- ¿Qué es ese olor?

ALFONSO.- (Oliendo en el aire.) Es mierda.

LUCAS.- (Riéndose.) El gordito se cagó.

ALFONSO.- No. Yo no me cagué.

LUCAS.- (Mirando a Alex.) Yo tampoco.

(Largo silencio. El pantaloncito de ALEX empieza a abultarse y él abre las piernas, lentamente. LUCAS y ALFONSO lo miran con un poco de asco).

ALEX.- (Rojo de vergüenza, a punto de llorar.) Mañana iba a cumplir un año, Lucas… Un año entero sin cagarme. ¡La concha de la lora, soy tan débil!

LUCAS.- No es tu culpa, Alex. La culpa la tiene el gordito. Tomá el Zippo, quemálo vos. Vas a ver que enseguida te sentís mejor.

ALFONSO.- Alex, no le hagas caso.

ALEX.- (Agarra el encendedor y se acerca al gordito con los ojos inyectados en sangre.) Tapále la boca para que no grite, Lucas.

(ALEX comienza a quemar a ALFONSO, mientras LUCAS le tapa la boca con un pañuelo. Cuando se empiezan a escuchar algunos gritos desesperados y las primeras llamaradas rojas, cae el

(Telón)

Hernán Casciari