Hernán Casciari

El mejor infarto de mi vida

35 relatos
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Pausa

El autor explica este libro en seis minutos; escuche el audio antes de comprar

Dice el autor

«Che, es un infarto, dije, y Julieta salió corriendo a buscar ayuda. Entonces, justo ahí, en ese momento del domingo, me quedé solo con la mano en el pecho. Y eso lo cambió todo, fue una especie de frontera. De repente me convertí en mi padre en su sillón, después del tenis. En mi abuelo en su noche final de la clínica. En un mendigo que eterniza su apnea abajo de un puente. Fui todos los hombres muertos que no tuvieron gente al lado».

Antes, durante y después

Los treinta y seis relatos que componen este libro fueron escritos antes, durante y después de un infarto agudo de miocardio que el autor sufrió en Montevideo a finales de 2015. Por esta razón los textos son irregulares y no guardan más relación entre ellos que haber sido redactados al borde de la muerte.

«El mejor infarto de mi vida» es el séptimo libro publicado por Hernán Casciari, después de sobrevivir a un infarto agudo de miocardio en Uruguay.

8 May

La arquitecta Candela Prieto estaba a punto de apagar la computadora de su oficina cuando recibió un mensaje en Facebook que decía así: «Hola, me llamo Candela Prieto y tengo diez años. Te escribo desde el pasado. Primero que nada, me alegra saber que en el futuro voy a ser flaca y linda. Tus fotos del muro me encantan. ¿Me agregás como amiga?».
La arquitecta Candela Prieto estaba a punto de apagar la computadora de su oficina cuando...
El mejor infarto de mi vida

15 Mar

A los nueve años Marcelino se metió el dedo en el ombligo y descubrió, bien al fondo, un botón parecido a los que se usan para apagar la luz. Ni su mamá, ni su pediatra, ni él mismo lo habían visto nunca porque no podía verse: este interruptor estaba muy al fondo, solamente podía tocarse con la yema de los dedos. Ese día Marcelino estaba en la escuela y se preguntó qué pasaría si apretaba el interruptor. Fue un momento importantísimo de su vida. La maestra explicaba algo sobre las fracciones, y Marcelino hizo ¡clic! en el botón. Primero sintió un zumbido en la cabeza y después muchas ganas de vomitar. Tuvo que cerrar los ojos.

A los nueve años Marcelino se metió el dedo en el ombligo y descubrió, bien...
El mejor infarto de mi vida

8 Mar

No me gustan las escenas de amor en público por algo que le pasó a un amigo de la escuela a los doce o trece años. Se llamaba Gastón Cupi y me encantaba que me invitara a tomar la leche a su casa: era siempre una aventura. En mi casa todo era normal; Chichita y Roberto eran bastante adultos, o habían madurado pronto, y yo no les podía hablar de cualquier tema, ni mucho menos hacerles cierta clase de chistes. En cambio los padres de Gastón Cupi todavía no habían madurado tanto, eran viejos de treinta y pico pero parecían más jóvenes.

No me gustan las escenas de amor en público por algo que le pasó a...
El mejor infarto de mi vida

28 May

Me salvé de la colimba y de la guerra. Me salvé de ser vegetariano. Me salvé de muchas cosas horribles. Pero no pude esquivar la bala más dolorosa: llevar a mi hija a un concierto de Violetta. No le pude decir que no, porque en el fondo yo mismo le inculqué el consumo de cosas argentinas.
Me salvé de la colimba y de la guerra. Me salvé de ser vegetariano. Me...
El mejor infarto de mi vida

6 Oct

En diciembre se cumplen quince años desde que vivo en un país que no es el mío. Caí en Barcelona por casualidad, porque conocí a una catalana y me quedé a vivir con ella. Pero podría haber conocido a una madrileña, o a una andaluza, y entonces no escribiría esto. Porque ahora, quince años después, empiezo a entender a los catalanes y a sus asuntos. No quiero decir que me convencieron (un argentino que cambia de opinión es un uruguayo), pero sí puedo confesar que cuando llegué, en el año 2000, sus afanes de independencia me daban risa.
En diciembre se cumplen quince años desde que vivo en un país que no es...
El mejor infarto de mi vida

13 May

El otro día mi hija me preguntó cómo había que hacer para escribir una poesía, y entonces le improvisé un reglamento de diez pasos fundamentales. Le dije: «Nina, escuchá muy bien este decálogo para ser poeta». Si tienen hijos, nietos o sobrinos en la edad de la inocencia, pueden arrimarlos al monitor.
El otro día mi hija me preguntó cómo había que hacer para escribir una poesía,...
El mejor infarto de mi vida

16 Abr

Solamente puedo escribir cuando se me antoja. No tengo eso que se llama el oficio. Para peor, se me antojan pocos temas: mi hija, los cambios en la sociedad, el fútbol, la hipocresía en las relaciones y la exageración de un tiempo anterior o un sitio querido. En doce años de archivos no encontrarán más que variaciones sobre esos tópicos. También verán, si navegan un poco, un par de baches de silencio en el blog. Estoy en medio de uno.

Solamente puedo escribir cuando se me antoja. No tengo eso que se llama el oficio....
El mejor infarto de mi vida

5 Dic

Salgo muy poco, pero cuando no queda más remedio me pone muy triste ver los autos en la calle, estacionados. No puedo reconocer a ninguno, no sé de qué marca son, ni de qué país. Antes los autos eran todos distintos, como los humanos. Cuando yo era chico los autos tenían personalidad. Había autos fornidos, prepotentes; los había tímidos y perezosos. Ahora son todos igualitos: redondeados arriba, medio aerodinámicos, y de colores tristes. Antes no.

Salgo muy poco, pero cuando no queda más remedio me pone muy triste ver los...
El mejor infarto de mi vida

24 Abr

Era un loft hermoso, amplio, casi sin muebles. Lo más caro que le compré fue un sommier de plaza y media, con resortes bicónicos, porque en 1998 lo único que me importaba era dormir. Se lo alquilaba a un alemán viudo que vivía en el primer piso con su hija. Hans era un pelado de ojos tristes que recibía el Deutsche Post. Sandra tenía mi edad, unos veintisiete. Cuando Hans me alquiló la casa y me explicó los detalles, no me avisó que su hija tenía problemas.

Era un loft hermoso, amplio, casi sin muebles. Lo más caro que le compré fue...
El mejor infarto de mi vida

14 Jul

Hoy, catorce de julio, se cumplen veinte años de un hecho intrascendente que (por mi culpa) generó malestar diplomático en un país hermano y le trajo problemas a mi mejor amigo Chiri. Tiene que ver con el robo de símbolos patrios en territorio extranjero. Específicamente, un retrato presidencial. Lo conté hace cinco años en la revista Orsai (ese fue mi error), pero es necesario refrescarlo en este aniversario. Ocurrió el 14 de julio de 1995 y ya es hora de que se levante ese castigo injusto.

Hoy, catorce de julio, se cumplen veinte años de un hecho intrascendente que (por mi...
El mejor infarto de mi vida