A sus 26 años Casciari pasó una temporada en casa de su temible abuelo Marcos y aprendió, sin querer, que los enemigos pueden salvarte.
Al final de una adolescencia tardía, el autor vivió un tiempo en la casona de su temible abuelo Marcos y allí escribió relatos que salen a la luz por primera vez. Para Casciari empezaban doce meses alucinantes tras los que acabaría convertido, ya sin retorno, en un escritor. Para su abuelo, en cambio, comenzaba el último año de su vida.
«Mi abuelo materno me ayudó a ser un escritor, pero su intención no fue esa, sino convertirme en un títere. Ahora que murió soy capaz de escribir sobre él con menos tacto, y puedo recordar (ya sin rencor) el año surrealista que viví en su casa de San Isidro, cuando él me encerraba en la cocina con candado para que no saliera al patio a fumar, o revisaba mis cuentos y me tachaba con lápiz rojo las ideas que le parecían inmorales».
Como si nos costara poco traer el pan, el Caio pasó un rojo y nos cayó una multa. Ciento diez pesos por lo del semáforo, y doscientos cinco porque es menor de dieciséis. Total: trescientos quince mangos que hay que pagar o nos secuestran la tatadiós, que trascartón es la única movilidad que tiene el Nacho para ir al puesto.
Acabo de llamar a la Intendencia para denunciar a la vieja Monforte, que vive al lado de casa y tiene Alzheimer y no para de escupir a la gente que pasa, desde la ventana. Yo creo que el Concejo Deliberante debería hacer algo con esta mujer... ¡Pero sabe Dios cuándo me van a contestar los de la Intendencia!
El Zacarías se colgó de DirecTV, haciendo un enredo en los techos de Schafetti, y ahora agarramos como ochenta y siete canales. Lo bueno es que se pueden ver cintas que hasta hace un mes pasaban en los cines del centro, y lo malo es que hay un canal, el 52, que lo tenemos que pasar rapidito porque la Sofi está en la edad que se quiere enterar de todo.
Teresa Gómez y Bocha Blandini, las dos vecinas que habían dejado de comprarme los pasteles de membrillo y batata de los domingos porque habían empezado la dieta del sirope y el jugo de limón, volvieron con mamita esta mañana, y me pidieron dos docenas para el chinchón de la noche.
A la Susi, ahora que tenemos cable, la vemos dos veces al día. Primero en directo por canal 11, y a la noche la pasan dos días atrasada por un canal de Centroamérica. Don Américo dice que en los concursos hay tongo, porque la misma señora se sacó dos veces el premio de 250.000 pesos.
Ya nos habíamos hecho a la idea, pero es feo verlo: como no llegamos a juntar lo de la multa, hace un rato vino gente de la Intendencia y se nos llevaron la tatadiós arriba de un camioncito. (Todavía estoy temblando de los nervios).
Me desayuné con una noticia muy triste. El diario de esta mañana dice que la Madre Teresa de Calcuta se murió por culpa de un corte de luz. La santa estaba en un hospital de Calcuta, con un problema al corazón, saltaron los tapones y a la mierda la santa.
A la noche vienen el Negro y la Aurora Peroti a cenar a casa. Como son medios fifí salí hace un rato a buscar como veinte cosas al Coto, y me doy cuenta en la calle que me olvidé adentro de casa la lista de las compras y la llave para entrar. O sea que ni compro ni entro. Una cagada.
Al Negro Peroti, compañero de la colimba del Zacarías, yo nunca lo pude ver. A la Aurora menos, porque es muy pretenciosa, muy nariz para arriba. Ellos se ponen a hablar y nos dejan a nosotras, que somos como el agua y el aceite, solas y muy incómodas.
Ya es un hecho: el Caio le afanó el telefonito a la Aurora Peroti. Todo salió a la luz hace un rato. Estuvimos toda la mañana mirando por TN el secuestro de una familia en Tortuguitas.
2003-2024. Hernán Casciari.
Casi veinte años rascándose el higo a dos manos.