Play
Pausa
Una tarde de 2006 sonó el portero eléctrico de mi casa, en Barcelona.
—Hola, soy Woung, ¿está Hernán? —me dijeron.
Una voz joven.
—Sí, él habla.
—Ay, necesito verlo. Me vuelvo esta noche, hice el viaje para conocerlo. ¿Podré pasar un ratito?
La noticia más espantosa de esta semana fue sin dudas el incendio del avión ruso. Y fue espantosa porque uno de los pasajeros, Dmitry Khlebushkin, que ocupaba un asiento de la fila diez, entorpeció la salida para poder salvar su equipaje de mano. Es casi una fábula infantil para enseñarles a los chicos lo que es el egoísmo. ¡Pero no fue una fábula, fue de verdad!
El otro día soñé, e incluso lo conté acá mismo, que volvía a mi casa de la infancia, y que me veía a mí mismo cuando tenía quince años, escribiendo a la noche, mi primera novela. No quise hablar conmigo mismo, pero me puse a recorrer la casa y llegué a mi habitación, a mi habitación de adolescente.
Mi papá fue la persona más tímida que yo conocí en la vida. Supongo que su principal objetivo era pasar desapercibido. Era gestor impositivo. Se pasaba el día contando plata que no era de él. Y yo lo miraba todo el tiempo porque no sabía, no lo podía entender.
2003-2024. Hernán Casciari.
Casi veinte años rascándose el higo a dos manos.